viernes, 21 de noviembre de 2014

¡CLESA, FUE BONITO MIENTRAS DURÓ!
























Encargan a un arquitecto de vanguardia la construcción de un edificio fabril. Sota está en uno de lo mejores momentos de su carrera, la central lechera se construye en la misma época que el gimnasio; y proyecta un edificio industrial posibilista y con fecha de caducidad; con una tecnología póvera y pesada, con bloques de hormigón prefabricados “in situ” y estructura de hormigón, pero pretensada. Demasiado pesada para su latente platonismo.  A pesar de todo y como de costumbre actuando con gran sensibilidad, consigue que la luz penetre en todo el edificio hasta lograr esa evanescencia, esa inmaterialidad que lo transfigura todo. No cabe duda que el edificio CLESA es uno de los grandes proyectos de Sota.

Pero, ¿Qué hacer con el edificio CLESA? ¿qué razones concretas hay para conservarlo? ¿Qué razones existen para conservar el edificio?, ¿Qué alternativas se proponen para su conservación?...

Desde hace más o menos un año se mantiene un debate con cierta agitación, sobre su conservación o demolición, con una participación muy activa de la Fundación Alejandro de la Sota y el DOCOMOMO Ibérico. El debate debería conducirnos a un planteamiento más amplio y profundo sobre el derecho conservar el patrimonio moderno, y los medios para realizarlo.

Es paradójico, ¿por qué Patrimonio puede exigir la conservación de edificios que no son de su propiedad?, y ¿quién puede dar el dinero para conservarlos?...

¿Qué derecho tenemos de exigir conservar? -¡Oiga, es que usted vive en un edificio de Molezún…!, -¡Pues sí, ya lo sé… a él mismo se la compré hace uno años…!

Si se conserva, ¿cómo conservar?... porque las rehabilitaciones del patrimonio actual son enmascaramientos.

Cualquier posición al margen de estos interrogantes, es una postura superficial o fetichista.

La respuesta al debate debiera responder con claridad a todas estas preguntas.


(...escrito por dos sotianos)