La crítica no es una tarea fácil.
Supone el buen conocimiento del objeto o del personaje y de todo lo que le rodea,
el contexto. Muy pocas críticas proceden del análisis y la descripción. Por eso puede parecer sorprendente, incluso puede llegar a sonrojar, que al hablar del personaje –Sota- se cite a otro personaje,
Mandela.
En la crítica a la obra de
Alejandro de Sota nos encontramos con la hagiografía;
lugares comunes, un acervo común que procede del campo semántico de Sota
–sencillez, elegancia, ligereza, sensibilidad…- rasgos que definen realmente su
arquitectura, descrita por su propio autor, pero que no llegan a describir en profundidad
el objeto. Si asiste a alguna charla o a algún coloquio sobre el autor con toda seguridad escuchará alguna de estas
palabras que acabamos de anotar.
Para hacer un análisis objetivo
de su obra es necesario la asepsia. Un alejamiento de la hagiografía, de la escolástica
sotiana, e incluso de lo que el autor
dice de su propia obra, muchas veces un
discurso difuminado, ambiguo o indeciso.
Hablar de Alejandro de la Sota es,
para los que le conocieron, hablar del personaje y su obra; para los que no le
conocieron únicamente es válida la descripción, es decir, lo que se ve sin mayor
interpretación: la cualificación de un espacio, la forma, el funcionamiento, la
construcción… Hable de Sota,
¡gracias!... ¡pero por favor, hable con detalle de su arquitectura y su construcción!
Ahora que han pasado cien años
desde el nacimiento del personaje es conveniente hacer una revisión de su obra,
alguno de sus proyectos han desaparecido, Sota rehabilita su propia obra en
vida, y de algunos se plantea su rehabilitación. ¿Cuál es el estado actual de
su obra?, ¿Cómo se ha mantenido?... Tras el paso de los años la obra de
Alejandro de la Sota está en numerosos casos irreconocible.
Y sería muy necesario hacer esta
crítica.